Amigo, Date Cuenta
Estereotipos y Masculinidades
Tuvimos el honor de que nos invitaran a colaborar con la redacción de un artículo para acompañar la publicación de la obra dramatúrgica "Zorrúbela: El despertar de Monterror" de La Zorroridad Producciones y que sí haya quedado seleccionado. La presentación del libro fue el sábado 14 de marzo de 2020 a las 17 horas en el Aula Juan Manuel Elizondo de Colegio Civil, en el marco de UANLeer 2020.
Artículo publicado originalmente en el libro de la obra dramatúrgica "Zorrúbela: El despertar de Monterror", a la venta en la Editorial Universitaria UANL.

Estereotipos y Masculinidades
Por "Colectivo Amigo, Date Cuenta"
¿Qué se te viene a la mente cuando nos referimos a alguien que es de México? Hay quienes piensan en alguien con sombrero de paja, se imaginan a alguien usando algún zarape, o a alguien calzando huaraches y vistiendo de tela blanca. La mayoría, y de manera inconsciente, se imaginan a un hombre con todos estos accesorios y con un bigote tupido. Pero, ¿por qué? ¿Acaso quienes vivimos en México sólo somos así, todxs iguales? ¿Sólo calzamos huaraches? Inclusive, ¿acaso no hay mujeres mexicanas? Por supuesto que sí, las mujeres en México representan poco más de la mitad de la población. Entonces, ¿qué ocasiona que esos detalles sean los primeros que se nos vienen a la mente? La respuesta son los estereotipos y, también, nosotrOs que nos dejamos guiar ciegamente por ellos. En muchas ocasiones los estereotipos tienen consecuencias negativas porque nos hacen caer en discriminaciones hacia las personas. Por ejemplo, el estereotipo que existe sobre alguien que es de México ocasiona que personas extranjeras lleguen a pensar que los mexicanos siempre visten de sombrero de paja, aunque no siempre sea así. Esto provoca una desagradable discriminación racista y clasista en la que se llega a asociar a los mexicanos como si fuéramos flojos. Por otro lado, si revisamos de nuevo el estereotipo y ahora nos fijamos en que nos hace pensar, por lo general, en un hombre, estamos cayendo en una discriminación por género. Y el asunto ni siquiera es que creamos que estamos literalmente en contra de las mujeres, sino que mantenemos y difundimos, de manera inconsciente, estructuras que les quitan espacios y posibilidades a ellas y nos limitan a nosotrOs a ser de una manera en específico. Entonces, ¿cómo empezamos a enfrentar estas discriminaciones por género? Pues, tendríamos que hacerlo entendiendo y cambiando los estereotipos de género. Para entender los estereotipos de género debemos entender la división histórica del espacio, que es repartida entre lo público y lo privado. Lo público se refiere a todo lo relacionado con la política, el trabajo, el mercado y el estado, cuyas características hacen referencia a la agresividad, la objetividad, la responsabilidad y la violencia; por ejemplo, el ejército militar, que lo concebimos como parte del Estado Mexicano y de su política interior, necesita de la agresividad y la dominación para realizar sus labores. Mientras que lo privado se refiere a todo lo relacionado con el hogar, la intimidad, la reproducción y el cuidado, cuestiones que tienen características como la sensibilidad, la obediencia, la delicadeza y la belleza; por ejemplo, una madre con su hija, que la concebimos dentro de la familia, la reproducción y el cuidado, requiere de la sensibilidad y la delicadeza para criar y educar a su hija. De esta manera es como la estructura social dominante en nuestro mundo nos hace creer que lo público es de lo masculino y lo privado es de lo femenino; por eso cuando pensamos en cómo debería ser un hombre, es común que lo concibamos como fuerte, violento, responsable, proveedor y valiente, mientras que cuando pensamos en cómo debería ser una mujer, la concebimos como sensible, obediente, delicada, bella y aguantadora. Así es como el mundo nos obliga a pensarnos, con unas características muy específicas, que si nos ponemos a cuestionar, nos limitan como personas. Afortunadamente esto se ha estado desafiando desde hace ya varios años, y es por eso que ahora es más común ver a mujeres trabajando y a hombres haciéndose responsables del hogar. Sin embargo, hay que aceptar que la estructura dominante sigue siendo la misma, basta con mirar a la televisión o ver una película para identificarla. Parte de los efectos de los estereotipos es que nos dicen cómo debemos ser, para esto hay muchísimos ejemplos en los medios de comunicación. Figuras como Pedro Infante o Vicente Fernández para las generaciones de nuestros abuelos y padres, hasta figuras como Iron Man y Capitán América de las películas de Marvel para nuestras generaciones. ¿Qué nos enseñan por igual todas estas figuras que al final nos limitan? Pues, que entre más fuertes seamos, mejores seremos. Que si tenemos determinación siempre derrotaremos al villano y nos quedaremos con ‘la chica’ como premio. Que los héroes son hombres sin pareja y sin familia que no saben amar ni cuidar. Al sólo tener este tipo de héroes masculinos nos enseñamos a sólo empatizar con este tipo de características y cualidades. Nos limitamos a siempre buscar ser fuertes, agresivos y objetivos, reprimiendo nuestros sentimientos y emociones, y perdiéndonos de toda una gama de posibilidades. Por favor, démonos cuenta que limitarnos en nuestros sentimientos y emociones, y limitarnos en cómo debemos ser y actuar, es igual a violentarnos a nosotros mismos, es violentar nuestra esencia como seres humanos porque nos estamos obligando a callar nuestro dolor. Por ejemplo, cuando nos dan ganas de llorar es justo porque somos personas de carne y hueso con sentimientos y emociones, por lo tanto, tenemos que comprender que llorar es cosa de hombres y que no lo deberíamos reprimir. Replanteemos entonces un nuevo modelo de masculinidad, uno en el que no tengamos que reprimirnos nuestros sentimientos y emociones para “realmente ser hombres”. Replanteemos el modelo para que no tengamos que siempre ser agresivos y para que tampoco tengamos que estar en una constante competencia que nos aleja de conectarnos como seres humanos. Las formas que debemos buscar deben ser sanas, conscientes y libres de violencia en relación con nosotros mismos y con las demás personas. Parte de lo que nosotros buscamos, como Colectivo “Amigo, Date Cuenta”, es justo dignificar nuevas formas de vivir nuestra masculinidad hacia modos libres de violencia, así como, formar una comunidad de hombres críticos y comprometidos con los derechos humanos, la igualdad y la diversidad para ejercer una vida libre de violencia. Te invitamos a que puedas unirte a este reto y desafiar la masculinidad tradicional que tanto daño nos hace. En conclusión, es imprescindible que empecemos por identificar los estereotipos y roles de género del día a día, y por reconocer que debemos cambiar la masculinidad tradicional. No vamos a dejarnos influenciar sólo porque así “siempre ha sido”. Ahora bien, por supuesto que aceptamos que tenemos muchos retos por delante, empezando simplemente con cómo podemos comenzar a replantearnos todo esto. Y la manera, necesariamente, va a ser de poco en poco de tres formas diferentes. La primera es leer, leer, leer; si vamos a hacer esto bien, tenemos que informarnos lo mejor posible. La segunda es platicar de esto con los demás, con nuestros amigos, padres, familiares y conocidos hombres, ya que si no empezamos a socializar todo este tema, cualquier trabajo no va a servir de mucho. Y, tercero, tenemos que empezar a actuar y comportarnos congruentemente, empezar a señalar actitudes y pensamientos machistas y ejercer formas sanas, conscientes y libres de violencia. Esta última parte es la más complicada y compleja, pero es fundamental para que todo el esfuerzo lo podamos aterrizar a nuestras vidas. Recordemos que el reto de la masculinidad no es tarea sencilla porque significa cuestionar nuestra educación, actitudes y comportamientos. Finalmente significa cambiarnos a nosotros mismos.